jueves, 21 de mayo de 2015

COLORÍN COLORADO…Y AL CARAJO LAS PERDICES, ELLAS NO OS HARÁN FELICES.. (Un cuento para grandes)



Había una vez, un final de cuento….o un cuento sin final. El príncipe y la princesita se habían casado en el bosque con todos los pájaros cantores como testigos y los enanitos, el lobo ya no tan feroz, la viejita de las manzanas….Y fueron felices, y comieron perdices.

Al día siguiente el príncipe se despertó con una jaqueca tremenda de los gin tonic´s con fresas y manzana,y lo que menos le apetecía era comer perdices, echaba de menos la sopa de su madre, la reina.
Salió a pasear su pena por el bosque y descubrió a la princesita devorando perdices, tantas perdices comió que una indigestión pilló.
Ambos esa noche se dieron cuenta de el cuento era una caca, y que no se sentían felices…
Igual es que no hemos comido suficientes perdices, y ambos se pegaron el segundo día dale que te dale a la perdiz…el príncipe tenía un humor inaguantable y la princesa un cólico in crescendo..-¿Cómo puede irnos tan mal con lo bien que nos vendieron la historia??
Ambos se habían quedado en un final perfecto pero no sabían seguir viviendo, decidieron visitar al escritor para exigir otro final, este no era tan molón.
El escritor decía que no sabía de otro final y tras negociarlo consiguieron eliminar la parte de comer perdices para que la princesa dejara de tener indigestiones,pero …seguían sin ser felices.
Decidieron como en las mejores familias acudir a asesoramiento, y en el reino contaban con parejas perfectas que podían hablarles de sus experiencias, pero ni una sola pareja se sentía feliz, Cenicienta estaba harta de bailar hasta las doce, del tacón perdido se había entregado fielmente a las bailarinas, la bella durmiente estaba tan cansada de los besos de su príncipe que usaba pastillas para no dormirse, Blancanieves sufría de alergia a las manzanas.
Ni el mago pudo darles una solución, ni los súbditos sabían como ayudarles, así que la princesa decidió:-Me encargaré de buscar la felicidad por mi misma-.
Y cada uno se fue por su lado a hacer aquello que siempre les había gustado, recuperar sus hobbies, sus amistades y su propia vida…
Sin embargo, se sentían solos, echaban de menos la otra parte que les complementaba, y decidieron echar un café y reencontrarse…
-Hay alguien que aún no hemos intentado que nos haga felices, o nos dé la solución-dijo la princesa,-nosotros mismos, el uno al otro, apoyándonos e ilusionándonos cada día.
No sería fácil porque el príncipe era difícil, perezoso, con mal humor y a veces algo chulito, y la princesa también tenía lo suyo, algo cotilla, caprichosa y muy mandona…pero se querían y bastaba con hacer feliz al otro para ver en la felicidad del otro la suya propia.
La alegría compartida les hacía felices, ese era el auténtico final….y las perdices fueron desterradas del reino para siempre.;)









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