Desde
pequeños nos amenazaron con los monstruos, eran causantes de nuestros miedos,
de que hiciéramos un rastreo en el armario y debajo de nuestra cama, benditos
somiers actuales, donde no coge debajo ni un alfiler..sin embargo, tras
pensarlo largo y tendido he llegado a la conclusión de que son esos monstruos
los que nos temen a nosotros, por eso odian la luz, se esconden para que no
veamos sus feas facciones, y se camuflan porque les da vergüenza ser vistos…de no ser así
nos los encontraríamos en la segunda fila del teatro, en el super comprando el
pan o echando la caña y el pincho, y aprenderíamos a establecer normalidad en
la situación.
Desde
pequeña mi padre me incultó leer Stephen King y me encantaban las películas de
miedo de los viernes con palomitas que compartía con el, siempre me interesaron
las sombras, lo oculto, al fin y al cabo lo que está a la luz puede verlo
cualquiera, es la parte externa, la visible..pero nuestros fantasmas a menudo
los dejamos escondidos, no queremos mostrarlos por temor a que nos hagan daño son nuestras inseguridades,
cicatrices, miedos…
Quiero
que me invites a echar un vino con tus fantasmas y tus miedos, aprenderemos a
convivir con ellos, borraremos si es posible las cicatrices, veremos la parte
bella de tus inseguridades y si no es así les enseñaremos a bailar, a que vean
en la luz una liberación y una alegría, muchas veces los barrotes son
invisibles, nos los creamos nosotros mismos…Lo perfecto siempre es enemigo de
lo bueno, y en la imperfección también hay belleza…

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