Querida navidad:
Sabes que te odio…y como buen odiador antes te quise, te
quise a morir…hace mas años de la mitad de los que tengo, cuando buscábamos el
árbol en el desván y la caja con los adornos tardaba tres días en aparecer, cuando el olor a natillas caseras inundaba la casa, cuándo cenábamos en nochebuena en casa de mi tío Julián, (que este año no
estará entre nosotros porque la vida decidió que hacía mas falta en otra
parte), y mi abuela materna no quería marisco, ni ningún asado al horno, sino
reivindicaba su pizza, era original hasta para eso, y en nochevieja la reunión
era con la entrañable familia de Salamanca, y nos juntábamos 20 a cenar, y las
uvas eran motivo de fiesta de la de verdad…y luego nos vestíamos de princesas y
nos íbamos a bailar al casino,…ahí te quería…
Los años me hicieron menos princesa y mas mujer a base de
garrotazos, zancadillas y experiencia, y con ello empecé a odiarte, a odiar el
sentirme obligada a ser feliz, que es algo que tiene que ser natural y debería
ser bandera durante los 365 días del año, odio la ilusión de invertir en un sorteo
que nunca me toca, de ver a la gente zampar polvorones y poner cara de pez
globo por la masa pastosa que se crea en su boca, de ver a gente gastar en
grandes superficies dinero que posiblemente ni tengan hipotecando su cuesta de enero, odio ver el mismo
discurso que comienza por …me llena de orgullo y satisfacción, odio que por
mucho que haga zapping siempre encuentro a E.T. , Marisol cantando la vida es
una tómbola o una niñera entonando el supercalifrísticoespiralidoso….odio los
mensajes en cadena de paz y amor,antes por correo electrónico y ahora acabando con la batería de nuestro móvil a través de whatsapp, odio la navidad porque las uvas cuadriplican
su valor en los supermercados y ahora te las venden hasta sin pipos, hay algo
mas antinatural??
Pero bueno, dejando a parte el hecho de que mi mayor ilusión
es que llegue ya el 7 de enero y sigamos siendo todos tan buenos como estos 15
días en que realizamos el mayor consumo eléctrico a cambio de que nuestras
calles se asemejen a las Vegas, es lógico que resurja nuestro espíritu lúdico, he de reconocer que hay una parte que si me gusta….me
gusta ver a mi madre saliendo a coger hojas que el otoño ha dejado caer para
hacer sus bonitos centros de mesa con velas, y verla en carrefurt desesperada
buscando unas gallinas de plástico y sus polluelos para que su pesebre luzca
real, me gusta no tener que madrugar para ir a la oficina e ir a comprar
chocolate con churros para desayunar, me gusta la cara de ilusión de mis sobrinos (postizos) a partes iguales por los regalos como por las cajas y los bonitos papeles que
los envuelven ( lo que nos enseñan los niños señores ), en lo divertido que
resulta coger el papel para ver quien te tocó en el amigo invisible y luchar
por no mirar y sonreír a esa persona cuando lees su nombre ),es la cena con los 25 amigos de siempre que se asemeja a una boda y que este año incluye ya bebés donde brindamos 143 veces, es reunirse en un
bar y tomarse unas copas, no como un viernes cualquiera, sino ir a “nuestro bar”
y saber que allí nos vamos a encontrar todos, los que se fueron a probar suerte al extranjero, o a
cualquier otra parte, con aquellos que tienen familia y ya es mas difícil ver,
y darte cuenta que podemos seguir compartiendo momentos y alegrías como hace
años, que todos como el turrón vuelven a casa por navidad, es que se repita
saber a que hora hemos quedado pero no a la que vamos a volver, es volver a
bailar aquella canción nuestra con la que cerramos ese lugar que consideramos “algo
nuestro”, también encuentro su rollito a eso de los propósitos para el año siguiente, es la ilusión depositada en unos puntos de los que sabes que solo cumplirás el 20%, podría ser comparable a lo que ocurrirá el 20 de diciembre, así como el típico balance del año que se despide, de los borrones y cuenta nueva, de poner los marcadores a cero, y eso alivia e ilusiona en cualquier ápice, días llenos de planes, con muchos sitios donde ir y con las calles llenas de vida ( no por las luces, sino por la gente que las disfruta y las pasea )
En definitiva, no me gustan estos días porque me falta gente en mi mesa, pero no debemos olvidarnos ni privar de nuestra alegría por el respeto que se merecen a los que nos quedan, que nunca las ausencias nos impidan disfrutar de las presencias, teniendo en cuenta que el pasado no volverá disfrutemos del presente y la oportunidad de hacerlo único, especial y diferente.. Obviemos lo malo, para así dar espacio a lo bueno que es mucho, es tiempo de compartir y de regalar ...De seguir coleccionando momentos, que es al final en lo que consiste la vida....Feliz navidad.....



















